¿Qué se puede hacer en Tucumán?
La mejor respuesta acerca de qué visitar en Tucumán es otra pregunta: ¿cuáles son sus predilecciones como turista, qué tipo de actividades o entornos prefiere?
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¿Qué visitar en la provincia de Tucumán?
La provincia brinda un amplísimo espectro de posibilidades, por tanto el factor clave es definir qué tipo de viaje deseamos hacer, si disfrutamos más de los entornos naturales, la visita de sitios históricos y museos, si vamos en busca de «escuchar el silencio» de esos pequeños y encantadores pueblos aislados o bien de la vasta oferta cultural, gastronómica y de esparcimiento de San Miguel de Tucumán.
El común denominador de toda la geografía provincial reside en una ventaja incontestable: en Tucumán, todo está cerca, lo cual equivale a decir que en el «Jardín de la República» el tiempo rinde más, al punto que en tan solo media jornada pueden realizarse gran número de excursiones en un radio de apenas 30 kilómetros alrededor de San Miguel.
Principales lugares históricos de Tucumán
Casa Histórica de la Independencia
Sin lugar a dudas, el símbolo más representativo de la Argentina y el monumento más importante del país, ya que atesora la historia de su génesis. Declarada Monumento Histórico Nacional en 1941 y convertida en museo en 1943, aquí se dieron cita los 28 congresales que acudieron desde todos los rincones de la geografía nacional para jurar por una nación libre el 9 de julio de 1816.
La Casa Histórica consta de seis salas —Salas Virreinales, La Independencia, La Constitución, Sala de Música, Salón de Jura y Platería— y tres patios sucesivos ornamentados con un aljibe y diversas especies vegetales locales. Su fachada responde al modelo de una típica residencia virreinal del siglo XVIII, presentando dos semicolumnas salomónicas que flanquean su entrada.
Allí funciona además el Museo de la Casa Histórica, que constituye una visita obligada para todos aquellos que deseen comprender cómo se gestó nuestro país, con áreas dedicadas a la Declaración de la Independencia, la Constitución Nacional, el Virreinato del Río de la Plata y las guerras civiles. [Acceder al artículo completo]
Ruinas de Ibatín
El primitivo asentamiento de los «Campos de Ibatín» fue fundado por el español Diego de Villarroel hace ya 453 años, el 31 de mayo de 1565. El objetivo de los conquistadores era establecer una ciudad que se anexe a otras urbes estratégicas, y con el tiempo logra consolidarse una ruta comercial cuya extensión abarcaba desde el Alto Perú hasta el Río de la Plata. Constituye el primer asiento de la ciudad de San Miguel de Tucumán, que en su acta fundacional se denominaba «San Miguel de Tucumán y Nueva Tierra de Promisión».
Los «Campos de Ibatín» estuvieron históricamente habitados por comunidades originarias de los pueblos diaguitas, lules y toconotés; pero rápidamente la fertilidad de sus tierras atrajo a criollos, encomenderos y mercaderes que desarrollaron una próspera producción agropecuaria y de sus industrias derivadas, sobre todo la fabricación de carretas gracias a la abundancia de bosques de cedro, nogal, algarrobo, roble y lapacho, fabricándolas de tal calidad que eran comercializadas en todo el Virreinato.
Las ruinas son en realidad una valiosa reserva arqueológica que atesora vestigios de la primera fundación de la capital tucumana. Se ubican a 8 kilómetros al oeste de la Ruta 38, en León Rougés, a unos 64 km de la capital provincial y a la vera del río Pueblo Viejo en la salida sureste de la Quebrada del Portugués. [Acceder al artículo completo]
Centro Cultural Pachamama
Fue inaugurado en el año 1996 y se trata de uno de los grandes atractivos de toda la región. Rinde culto al panteón de dioses y divinidades indígenas de los Valles Calchaquíes, sobre todo a la Pachamama o Madre Tierra.
Allí se exponen, además de grandes esculturas realizadas en cuarzo de diversos colores, reproducciones de una vivienda en tamaño natural y variados elementos que intentan reproducir la vida cotidiana de los pobladores originarios desde el siglo VIII a.C. hasta el arribo de los conquistadores a la región.
Su emplazamiento en Amaicha del Valle no es casual, ya que cada mes de febrero allí se lleva a cabo la Fiesta de la Pachamama, colorida celebración —que incluye música, danza, rituales ancestrales y vestimenta y gastronomía típicas— en la que se pide básicamente por lluvias y buenas cosechas. [Acceder al artículo completo]
Ruinas de San José de Lules
A la vera del río Lules, a unos 23 km de San Miguel de Tucumán y a 2 km de la ciudad de San Isidro de Lules se emplaza la estructura principal de una extensa misión jesuítica fundada en 1670, cuyo objetivo era evangelizar a los indios lules. Fue habitada por algo más de cien familias aborígenes y unos 15 monjes y constituye el principal legado arquitectónico de los jesuitas en Tucumán.
Lo que más destaca del conjunto al arribar es la capilla (remodelada en 2001 y que conserva valiosas imágenes sagradas) y muros de ladrillo de las construcciones de lo que antaño fue el convento de los jesuitas (habitaciones, galerías, etc.). Debido a que toda la edificación se halla asentada en barro, buena parte de ella se encuentra sostenida por barras de acero para garantizar su estabilidad.
En 2017 culminaron los trabajos de revalorización del sitio histórico de las Ruinas de las antiguas misiones, ello se enmarca en el objetivo de la provincia para que sean incluidas en la Ruta Internacional Jesuítica, que también proyecta la puesta en valor de otros monumentos jesuíticos de la provincia tales como Ibatín, el convento de La Cocha y la Iglesia de San Francisco. [Acceder al artículo completo]
Iglesia y Convento de San Francisco
En pleno casco histórico de la ciudad de San Miguel de Tucumán, resulta de visita obligada ya que este complejo religioso ha sido testigo de buena parte de la historia tucumana. Su aspecto actual es resultado de dos remodelaciones acaecidas en 1879 y 1885, en 1891 se consagró el templo y en 1901 culminó la construcción del ala Este.
La Iglesia y Convento de San Francisco, paradójicamente, en su origen no perteneció a los franciscanos sino a la Compañía de Jesús. Debido a la expulsión de los jesuitas de América en 1767, tanto el convento como la Iglesia y el colegio —la primera escuela franciscana— que allí funcionaban pasaron al clero secular y en 1772 finalmente fueron cedidos a la orden franciscana.
Las paredes de este templo han sido testigo de cruciales acontecimientos históricos de nuestro país, ya que allí se hospedaron varios congresales para las sesiones del 9 de julio de 1816 e incluso se cedió mobiliario para equipar la Sala de Reuniones que vio nacer a la República Argentina. Asimismo, dio refugio a tropas militares de San Martín y Belgrano, utilizando este último el edificio como cuartel y hospital durante la Batalla de Tucumán en 1812. [Acceder al artículo completo]
Encontrarse con la naturaleza en Tucumán
Parque Sierra de San Javier
La Sierra de San Javier constituye el pulmón verde de San Miguel de Tucumán, ubicado a apenas 15 kilómetros al oeste de la capital provincial. Abarca 14.174 hectáreas (74% del total de la sierra), fue creado en 1973 y actualmente es administrado por la Universidad Nacional de Tucumán.
Se complementa en sus objetivos de conservación con las áreas protegidas del Parque Provincial Aconquija —500 hectáreas de una franja de Yungas de excepcional valor ecológico— y con la Reserva Experimental Horco Molle —otras 200 hectáreas de Área Protegida—, con los cuales limita al sur y el este, respectivamente. La mayor parte de su vegetación pertenece a la ecorregión de yungas.
La altura de la sierra va desde los 650 a los 1.876 metros sobre el nivel del mar, preservando ecosistemas de bosques nublados (Selva Montana y Bosque Montano), pastizales de neblina, bosques chaqueños serranos y recursos naturales indispensables como las cuencas hidrográficas.
San Javier representa una excepcional oportunidad de visitar selvas subtropicales a minutos de la ciudad, combinando recreación, educación y respeto a la naturaleza en un entorno sobrecogedor que invita a la serena contemplación. [Acceder al artículo completo]
Reserva Experimental Horco Molle
Apenas a unos 15 kilómetros del centro de la capital tucumana se ubica la REHM (Reserva Experimental Horco Molle), área protegida que comprende un total de 200 hectáreas y depende de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Tucumán y el Instituto Miguel Lillo.
Unas 18 hectáreas se hallan cercadas y albergan una amplia variedad de fauna autóctona en libertad, si bien algunos animales están en jaulas especialmente acondicionadas. No se trata de un zoológico común, sino que el compromiso de esta reserva consiste —además de exhibición y visitas didácticas para niños y adultos— en rescatar y rehabilitar animales para luego reinsertarlos en su hábitat natural.
Si bien la prioridad de la reserva es cobijar solo especies autóctonas, sus autoridades se ven obligadas a recibir animales salvajes que entrega la gente, pero que han sido criados en hogares como mascotas y por tanto han perdido sus instintos naturales. El personal especializado de la reserva se encarga de colocarlos juntos a otros ejemplares de su especie para que recuperen su instinto y puedan ser devueltos a su hábitat original.
Según consta en su página web, la reserva también hace hincapié en la educación ambiental, que se traduce en los contenidos de las charlas que se realizan en las visitas guiadas (evaluando contenidos y armando guiones que permitan transferir información científica a la comunidad y al turista de manera pedagógica). [Acceder al artículo completo]
Dique el Cadillal
Ubicado tan solo a 25 kilómetros al norte de San Miguel de Tucumán, el dique Celestino Gelsi —popularmente conocido como «El Cadillal», tal el nombre de la popular villa veraniega allí emplazada— ofrece un remanso de paz y aguas tranquilas con amplia oferta de esparcimiento. Desde la capital provincial deberá tomarse la Ruta Provincial 9 durante unos veinte kilómetros, para luego empalmar con la RP 347 y finalmente, luego de otros cinco kilómetros, arribar a la localidad.
El embalse cuenta con una superficie de 1283 hectáreas, es alimentado por las aguas del río Salí y se halla enmarcado por los tupidos bosques del Cerro Medici y las Sierras de Medina, que le confieren un encanto muy especial, ideal para disfrutar de inolvidables atardeceres.
La pequeña villa ofrece diversas actividades al aire libre, sobre todo ligadas lógicamente a los deportes acuáticos. En sus mansas aguas pueden realizarse paseos en kayak, canoa, catamarán, lancha y banano, windsurf, kitesurf, pesca de pejerreyes y canyoning (barranquismo). [Acceder al artículo completo]
Parque 9 de Julio
Diseñado por el celebérrimo arquitecto, paisajista y urbanista francés Charles Thays, actualmente posee una extensión de 100 hectáreas, aunque el proyecto original abarcaba unas 380 hectáreas.
En el año 1898, el visionario médico y político tucumano Alberto León de Soldati presentó un proyecto ante la Legislatura tucumana para la creación del Parque 9 de Julio en una zona pantanosa que separaba la ciudad del río Salí. El objetivo de la iniciativa era purificar el aire, evitar epidemias y brindarle un extenso espacio verde a la creciente ciudad.
Se trata del más extenso de los espacios verdes urbanos de la capital tucumana y posee varios atractivos que ameritan una visita, a saber:
- Casa colonial que perteneció al industrioso obispo José Eusebio Colombres, que alberga tres museos (uno dedicado a su antiguo propietario, el segundo a la historia provincial y el tercero a la industria del azúcar).
- Lago San Miguel (pueden alquilarse botes a pedal para recorrer sus aguas, pobladas de patos y otras especies de aves). En sus inmediaciones funciona una clásica confitería.
- Reloj floral: marca las horas en pleno centro del parque, con variedad de plantas ornamentales.
- El Rosedal, que cuenta con unas 2.200 rosas de diferentes especies.
- Más de veinte esculturas de gran valor histórico y cultural.
- Tren recreativo (realiza un recorrido por parte del parque).
- Autódromo (se puede asistir a entrenamientos de coches y motos).
- Jardines y paseos interiores, poblados de fuentes y pérgolas.
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Parque Nacional Aconquija
La creación del futuro Parque Nacional Aconquija significará un acontecimiento de enorme relevancia histórica, ecológica, turística y cultural. También llamado «Parque Nacional del Bicentenario», será el primero del país que incluya selva y nieve en la misma unidad de conservación y pretende convertirse en un homenaje a los tucumanos del primer Centenario patrio.
El Parque Nacional Aconquija contemplará tres nuevas áreas en los faldeos del Aconquija, dos de ellos ampliando notablemente hacia el sur el Parque Nacional Campo de los Alisos (que pasará a ser portal), garantizando una mejor preservación de cuencas hídricas provinciales de gran relevancia —numerosos pueblos y ciudades, y la mayor parte de la producción agrícola-ganadera de la región dependen de las nacientes de agua de esta cadena montañosa—; y otro área proyectada hacia el norte, constituida por la Reserva Natural Quebrada del Portugués.
El nuevo PN Aconquija contendrá el actual Parque Nacional Campo de los Alisos (18.000 ha), la Reserva Natural Quebrada del Portugués – Est. El Mollar (12.674 ha), el Parque Provincial Los Nuñorcos (9.600 ha), además de unas 10.000 ha que pertenecen al Ejército y serán cedidas para formar parte del futuro Parque Nacional, totalizando unas 77.000 hectáreas protegidas.
Además, la intención a futuro es sumar a todos ellos tres reservas provinciales y una nacional, a saber: RP Los Sosas, RP La Florida, RP Santa Ana y RN La Angostura. De ese modo se conformaría una sucesión ininterrumpida de áreas protegidas —que abarcarían una extensa franja del oeste de la provincia, paralela al límite con la provincia de Catamarca—, cuya anexión finalmente conformaría más de 100.000 hectáreas totales. [Acceder al artículo completo]