Foto: Ing. Agr. Juan Pablo Moro (MAyDS)

Bautizado como el «superfruto de las yungas», aún hoy resulta bastante desconocido no solo para los turistas sino para buena parte de los propios tucumanos. Mayormente conocido como chilto, también se lo denomina tomate de las yungas, tomate de árbol, tomate de campo, tomate de monte, tomate andino, tamarillo, etc.


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¿Conocés el chilto, «superfruto» de las yungas de Tucumán?

Bautizado como el «superfruto de las yungas», aún hoy resulta bastante desconocido no solo para los turistas sino para buena parte de los propios tucumanos. Mayormente conocido como chilto, también se lo denomina tomate de las yungas, tomate de árbol, tomate de campo, tomate de monte, tomate andino, tamarillo, etc.

Se trata de un fruto nativo cuyo nombre científico es Solanum betaceum y crece desde los 500 a los 3000 metros sobre el nivel del mar en toda la zona andina de Sudamérica (Noroeste argentino, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y Brasil). En nuestro país, su período de fructificación se da entre los meses de febrero y junio.

Actualmente, en la Argentina aún es desconocido por el gran público y solamente saben de su existencia las comunidades aborígenes y rurales que habitan en las yungas (distribuidas en un corredor que de norte a sur atraviesa las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán y Catamarca), siendo Tucumán y Jujuy las provincias que con mayor énfasis comienzan a fomentar su producción sustentable.

Considerando sus excepcionales propiedades nutricionales, este fruto posee todos los atributos para convertirse en un alimento sustentable que contribuya a conservar la ecorregión de las yungas, permitiendo además generar un sustento económico para los lugareños, poniendo en valor el acervo cultural de las comunidades locales y preservando sus saberes tradicionales y la diversidad biológica agrícola de las yungas.

 

Historia

Las antiguas civilizaciones de América del Sur, entre las cuales se cuenta la región Noroeste de nuestro país, ya utilizaban este fruto como ingrediente esencial de su dieta hasta que progresivamente fue siendo reemplazado por otros frutos introducidos con el transcurso de los siglos.

Desde hace un lustro la Dirección de Fauna Silvestre y Conservación de la Biodiversidad —dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, a través del Área de Productos Forestales no Madereros— ha generado iniciativas que impulsan el cultivo del chilto.

Con ello se persiguen múltiples objetivos que conforman un verdadero «círculo virtuoso». Por un lado, pretenden capacitar a los pobladores de las yungas —especialmente en los casos de comunidades aisladas— para producir chilto respetando el ecosistema en el que crece de forma silvestre. Por otro, generando una fuente de ingresos que a la vez permita preservar un alimento antiquísimo que posee excepcionales propiedades nutricionales.

Para lograr ese objetivo, en Tucumán se han puesto en marcha acciones en las que confluyen diversos actores: Estado nacional, Estado provincial, municipios, oenegés y pequeños productores. Se trata de una simbiosis muy interesante, de la que iremos dando cuenta en sucesivos posts, para intentar reflejar la riqueza del tema, en el más amplio sentido de la palabra.

En esa senda, en 2013 comenzaron a organizarse diversos talleres en los que se implicaron representantes del gobierno de Tucumán (y las demás provincias del NOA), investigadores tanto del INTA Famaillá como del CONICET de San Miguel de Tucumán, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y pequeños productores, para aunar conocimientos y sumar esfuerzos en virtud de poner en valor y fomentar la producción de chilto con criterios de trazabilidad definidos y coordinados de manera conjunta.

 

¿Qué implica el cultivo sustentable del chilto en las yungas de Tucumán?

Ante todo, resulta fundamental destacar que al adquirir chilto producido de modo sustentable estamos contribuyendo al funcionamiento de una red que aglutina factores ecológicos, culturales, históricos, sociales y económicos. ¿Por qué? Simplemente porque el chilto sustentable no solo constituye un alimento de alto valor biológico, sino que además permite el sostén de pequeños productores locales, la revalorización de su trabajo y la conservación de las yungas, ya que es allí donde este fruto silvestre crece de forma natural.

Además, posee notables propiedades nutricionales y medicinales avaladas por diversos estudios, a saber:

  • Potente antioxidante.
  • Alto contenido de fibra.
  • Excelente fuente de proteínas.
  • Alto contenido de hierro, calcio y fósforo.
  • Buena fuente de vitamina C.
  • Apropiado para combatir anginas y gripes.
  • Combate los efectos de ciertas disfunciones hepáticas.
  • Destacable contenido de vitaminas B1, B2 y B3.
  • Ayuda a fortalecer el sistema inmunológico.
  • Contribuye a disminuir la presión arterial.
  • Colabora en la reducción de los niveles de colesterol.
  • Probables efectos antiinflamatorios.

Puede consumirse como fruto fresco, en mermeladas, compotas, jugos, conservas, salsas, chutneys, helados y puré o pulpa congeladas. En los últimos meses varios chefs, cocineros y restaurantes de renombre de Buenos Aires han comenzado a incluirlo en sus menúes, así como también la presencia del fruto en ferias gastronómicas porteñas como «Caminos y Sabores» y «Masticar».

En la entrevista que mantuvimos con el Ingeniero Agrónomo Juan Pablo Moro (referente a nivel nacional del chilto y uno de los máximos impulsores de este fruto a través de su intensa labor en el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación), pudimos constatar el incremento del interés por este cultivo: al primer Taller Nacional de Chilto (2013) asistieron apenas unas 15 personas, mientras que la última edición —realizada en Tucumán en 2017— contó con la presencia de unos 120 asistentes.

El Ing. Juan Pablo Moro forma parte del proyecto USUBI (Uso Sustentable de la Biodiversidad · Bosque Atlántico, Yungas y Chaco Seco; dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación), cuyo objetivo consiste en proteger los bosques nativos, promoviendo a la vez el cultivo de alimentos nativos cosechados de manera sustentable, en el marco de un estricto respeto de políticas y regulaciones estatales que garanticen la sostenibilidad ecológica de dicha producción.

Datos de interés

  • Secretaría de Política Ambiental, Cambio Climático y Desarrollo Sustentable: usosustentableyungas@ambiente.gob.ar
  • Proyecto USUBI

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